16.10.11

BESTIARIO

Animal y bestia mecánica. Una aleación de metal, hierro y acero suple la función de la piel, de los tejidos, de las células. Están biológicamente mecanizados. Tornillos, tuercas y engranajes lubricados generan el movimiento. Cierta actividad interna transforma lo inorgánico en energía. Son estructuras moleculares metálicas que, pese al óxido, mantienen inmunes sus propiedades. Están, por qué no decirlo, vivos. En el antiguo Egipto, los animales no eran reverenciados por pertenecer a alguna fuerza superior, ni tampoco por gratitud. Los adoraban por miedo a que tuvieran raciocinio y lenguaje propios, imposibles de comprender para el hombre.
 Es el defensor de las zonas más salvajes y espesas del bosque, allí donde solo se permite la presencia del animal, lugares donde la razón nunca alumbra. Sus ojos transforman en piedra a los que intentan convertirse en depredadores. Por esa razón vaga por el bosque con los ojos vendados. Todos le temen y evitan. Sus concisas palabras suenan como sentencias. Llegan al corazón de quien oye y hacen que se tambalee cualquier opinión diferente a la suya. Es impasible y muy agresivo, una fuerza incontrolable que no perdona a quien encuentra por casualidad husmeando cerca de su territorio. A pesar de su fiereza, para algunos encarna cierta imperturbabilidad atribuida a lo femenino. Eterno inconformista, trata de comprender lo que de verdad importa: la condición mecánica de las bestias y los conceptos de orden universal, verdad y armonía.

Posee el don de la comunicación verbal, por lo que también domina el engaño. Se ocupa de las relaciones públicas entre las bestias y algunos humanos. Su apariencia es amable y chistosa. Recurre a menudo a la broma y a la ironía para quitar importancia a los asuntos de gravedad y conseguir así sus oscuros fines. Impugna la palabra bestia cuando se la adjudican. Trata de caminar erguido como un humano. Escupe un veneno de color ocre oscuro que marchita las plantas. Aunque ese líquido se halla en el engranaje de las otras bestias, solo la garza-conejo lo utiliza para destruir. Teme al ciervo-medusa, su único depredador, el cual es capaz de convertir el metal en piedra. Alquimista y coleccionista de chatarra, mezcla los fluidos con el metal y prepara brebajes para corromper los ríos. Busca paraísos naturales y los reduce a cenizas cuando los encuentra


 Esta bestia es muda. Se comunica con los árboles a través del sonido que producen sus desgastados muelles, los cuales poseen ciertas propiedades telepáticas. Solitario, un verdadero desconocido para las otras bestias. En raras ocasiones se deja ver o escuchar. Solo en las noches de luna llena se oye el chirriante y siniestro canto de su cuerpo. Celebra entonces el nacimiento y la muerte. La luz de la luna alumbra el misterio oculto de los bosques. El gallo-murciélago habita en las zonas más antiguas y desgastadas del bosque, cerca de árboles moribundos, de los que se ilustra. Aprende de la sabiduría de los primordiales. Los árboles le hablan en un idioma que nadie entiende. Le dicen cosas imposibles de transmitir con símbolos o palabras.



 La parte de bestia marina anhela el mar. Siente que su instinto de cazador ha sido mutilado. Con el tiempo, se ha vuelto delicado y narcisista. Ha llegado a odiar su aparatoso cuerpo de lata. Para tranquilizarse, devora los brotes tiernos de ciertas flores, y también, frutas verdes. Tiempo atrás, decidió alejarse de la corrosión de la sal del mar. Se esforzó en tener un futuro seco y palpable, en tierra firme. Lo salvaje, se domesticó. Su fiera expresión se volvió calma tediosa. Ahora le cuesta recordar cómo se respira bajo el agua. En el bosque se entretiene con el canto de los pájaros, y mientras escucha sus consejos, se queda dormido. Cuando duerme, no sueña. En los días que consigue soñar, bucea vertiginosamente por mares desconocidos, de norte a sur, donde acecha a peces de diversos colores y formas. Siempre que despierta, siente una punzada angustiosa en su metálica aleta dorsal.