7.9.18
13.12.17
8.12.17
12.6.17
Twin Peaks, new season
2.6.17
27.7.16
4.9.15
8.2.15
KALAMAZOO
Fui a Kalamazoo, Michigan en enero y febrero de 2015, a visitar a mi amiga Mercedes Tubino que me acogió en su casa durante ese tiempo. Por entonces, yo estaba en paro pero tenía un poco de dinero ahorrado, decidí hacer este viaje, vivir la experiencia e intentar trabajar como ilegal si surgía la ocasión. Mercedes trabajaba y trabaja como profesora en la Universidad de Michigan.
Mi hermano, el mayor, Daniel Pérez Navarro escribió una historia de ciencia ficción sobre mi experiencia allí, en Kalamazoo. Supersonic (Cristina Jurado) la publicó en su segundo número y yo mismo fui el encargado para ilustrar la portada. La historia se llama kalamazoo (Pulsa aquí para leerla). Algunas partes son reales y otras no. El relato lo construye a partir de alguna anécdota que le conté, de mis fotos subidas a instagram y sobre todo, de cosas que él se imaginó. Daniel nunca ha conocido a Mercedes, y me pidió que no le contara demasiado sobre ella.
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Mercedes
Lago Michigan congelado
1. Large Water
Derrama un cubo gigante de nata y te harás una idea de lo que él ve a través de la ventana del Paris Cleaners. Ahí fuera todo está bañado en leche. Los coches, los tejados, las carreteras. Surcos paralelos de barro y nieve levantada como únicos trazos visibles en el suelo. Las ramas de los árboles están dibujadas en tinta sobre un cielo en negativo. Unas veces es el sepia de un tebeo viejo y otras, el blanco y negro de una tira dominical. Sin ellos dirías que el paisaje es una página en blanco o que algún programador olvidó llenar de píxeles la escena. Está dentro de un cuadro de Hooper, pero el día que el pintor solitario se dedicó a bosquejar con un lápiz algunos de los contornos y dejó el resto para después.
—¿Nunca has estado a menos veintidós? —le pregunta Ana.
—Negativo.
Piensa en lo que significa esta temperatura y ten en cuenta que nació en el sur: -22º
—¿Nunca has estado a menos veintidós? —le pregunta Ana.
—Negativo.
Piensa en lo que significa esta temperatura y ten en cuenta que nació en el sur: -22º
"Se le ha olvidado qué han venido a comprar al Paris Cleaners. Ana se lo ha dicho, pero no presta atención. Ahora tampoco. La cabeza aún no se ha bajado del avión. 18 horas y 45 minutos, contando transbordos y esperas. Y que dé gracias porque no ha habido retrasos. La mayor parte del tiempo la pasó durmiendo, apenas recuerda algo del viaje en avión.
—Dime la verdad. ¿Has sentido alguna vez un frío como el de Kalamazoo?
—Nunca.
—¿Y has visto un lugar más blanquecino que este?
—Tampoco.
—Dime la verdad. ¿Has sentido alguna vez un frío como el de Kalamazoo?
—Nunca.
—¿Y has visto un lugar más blanquecino que este?
—Tampoco.
3. Mr. Portable
Todos se giran hacia él. Esperan una respuesta. Hasta la cabeza disecada de ciervo presta atención. ¿Por qué Kalamazoo?
—Ana me invitó.
Respuesta incorrecta. Eso es una evasiva, ya saben que le invitó. Con su vecina de barrio no se han atrevido a ir más lejos, pero el viejo sin freno en la lengua ha abierto la veda.
Aguardan en silencio. Tendrá que añadir alguna cosa.
—Soy dibujante.
—¿Y qué dibujas? —le pregunta Casey.
Casey tiene el pelo enmarañado y tres niños, dos gemelos de 7 y el mayor de 9. Luego le explicará que cuando está harta y necesita un respiro, coge la puerta, se los deja a su esposo y se esconde allí durante media hora.
—Un poco de todo. Ahora estoy centrado en los cómics.
—Tenemos otro Craig —ella se refiere a Craig Thompson. El autor de Blankets nació en el Estado de Michigan—. ¿Vas a hacer una historia sobre nosotros?
—Tal vez.
—Entonces no has venido a eso.
Podría haber respondido que sí, que estaba allí para documentarse, escribir un guion y tomar fotografías y apuntes a lápiz del lugar. Siguen esperando una respuesta.
—¿Cómo te llamas? Ana no nos lo ha dicho.
—Portable.
4. It's not enough
Después de bajar del avión y antes de entrar en Estados Unidos, Portable había tenido que agujerear la aduana y luego atravesarla. La barrera que se interpuso entre la Terminal Internacional del Aeropuerto O'Hare de Chicago y la Nada -pues nada había, aunque físicamente no lo pareciera, entre la pista de aterrizaje y los mostradores de venta de billetes y alquileres de coches y los restaurantes del otro lado, donde oficialmente comenzaba USA- era una inspectora del control de inmigración obesa y muy pecosa que examinó sus documentos con celo de portero de disco. Antes de enfrentarse a la guardiana del castillo, tuvo que aguantar una hora de espera. De pie, porque no quedaban asientos libres. Con los papeles en la mano.
El aspecto de Portable debió de parecerle sospechoso. O así debía actuar con los que tenían greñas, en lugar de pelo, y llevaban camiseta ocre sobre jersey desteñido, en lugar de chaqueta.
Que cuánto tiempo iba a permanecer en el país.
Se lo dijo.
—Tres o cuatro meses.
Que no es lo mismo tres que cuatro, hay un importante mes de diferencia.
—No se lo puedo decir. Es un poco improvisado.
Que dónde se iba a alojar en Chicago.
—No me quedo en Chicago. Voy a Kalamazoo.
Que cuál era el sitio exacto al que pensaba ir dentro del estado de Michigan.
Le dio la dirección de Ana Luna. No le explicó que su amiga vivía en una casa de dos plantas con un gato porque a aquella oficial tan seria no le parecería un dato relevante. Que cuál era el motivo de su visita a Estados Unidos.
—Visitar a una amiga, mejorar el nivel de inglés y conocer a un escritor que vive en Kalamazoo.
La inspectora negó con la cabeza.
—Eso no es suficiente.
—¿Qué no es suficiente?
—No es suficiente.
—¿Cómo no va a ser suficiente?
—No es suficiente –repitió ella.
—No sé qué más espera oír.
—Me tiene que decir algo más, señor.
—Pero es que no hay más.
—Lo siento. No es suficiente.
La frase de marras taladró la cabeza de Portable y resonó una y otra vez en las casetas abiertas de Budget Rent A Car y Alamo Rent A Car.
Entonces ella le cosió a preguntas.
Que en qué trabajaba.
—En nada.
Que cómo es que no tenía trabajo. ¿Acaso era un sin techo?
—En mi país, la gente de mi edad no trabaja. Bueno, algunos sí. Pero muy pocos. De los que se quedan, pocos. No tengo empleo en este momento.
Que cuánto dinero tenía en el banco.
—¿Habla en serio? ¿Se lo tengo que decir?
Que cuánto dinero tenía en el banco.
Por el tono de voz que ella empleó, no parecía que fuera a repetir la pregunta una tercera vez.
—Tiro de los ahorros que me quedan. Unos dos mil quinientos euros.
Que cuánto era esa cantidad en dólares.
Lo calculó y también se lo dijo.
Que si Ana era su novia.
—No, no es mi novia.
Que entonces qué era.
—Una amiga.
Por la cara que puso la oficial de aduanas, tampoco esa vez era suficiente.
—Una vez nos enrollamos. Eso fue hace mucho tiempo. Ahora no hay nada entre nosotros. Somos amigos, ya está. Sólo amigos.
Portable meneó la cabeza. ¿En serio le estoy contando esto?
—Mi amiga, la que se vino a Estados Unidos, me invitó a su casa a pasar unos días con ella y yo le dije que vale. Surgió. No hay más.
Que tres o cuatro meses no son unos días.
Que si la casa de su amiga le pertenecía a ella o era de alquiler.
—¿Y eso qué más da?
Que respondiera a lo que se le preguntaba.
—Creo que es de ella.
Que quién era el tipo al que decía que quería conocer.
—Un guionista de cómics.
Que si era famoso.
—No es David Mazzuchelli, si es a eso a lo que se refiere.
Que si conocía de algo a ese Mazzuchelli.
—No, claro que no. Estamos hablando del autor de Asterios Polyp.
American Book Artist, American Book Writer, Superhero Comic Book Storylines. La oficial no le entendía o no le creía.
—Mazzuchelli vive en New York. El autor el que quiero conocer, en Kalamazoo. No es famoso.
Así durante cerca de una hora.
Lo último fue la toma de huellas dactilares y de una fotografía. Luego le sellaron el pasaporte y, sin mirarle, le dejaron entrar en el país.
10. God is the Cat
La nueva red. Un cerebro inorgánico y plural, compuesto por millones de células individuales. Cada mascota es una unidad.
—¿Te molestó lo de la cena? —le pregunta Ana a la mañana siguiente.
—No —miente Portable.
La señal funciona bien con McReady. Lo ha comprobado.
—Sienten curiosidad. Entre mis amistades, eres la atracción.
—Ya.
—Si te molesta, no visualizaremos más lo que pasa allí.
—...
—¿Te molesta?
—Bueno, he venido a desconectar.
—No a conectar.
—Algo así.
El chico desaliñado y larguirucho que dibuja tiene al gato de nuevo a sus pies.
No se deja acariciar. Ana lo ha dejado programado de ese modo, para evitar que alguien juguetee con él y lo estropee.
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Me fui a Kalamazoo para olvidarme de una exnovia entre otras razones.
Estos son algunos de los dibujos que hice allí.
17.12.14
I Want To Believe PROJECT
I want to believe. En los invasores de Marte que llegan a tu tierra. En la
histeria televisiva. En los yelmos con forma de disco, transformados en
platillos voladores. En los inhumanos estrafalarios que quieren poner fin a
todo lo que conoces.
I want to believe. En alienígenas con cabeza de bombilla y ojos amarillos
de gato. En la piel suave y blanca de los ciervos. En ti, mientras duermes,
abducido por tu mundo y, como los ciervos, examinado con atención por
los visitantes.
I want to believe. En la peor pesadilla de una madre. En ti, transformado
en ciervo, lejos de la calefacción central y de la manta eléctrica. En ti,
encendido por la luz fría de los invasores. En ti, despierto en mitad de la
noche.
I want to believe. En la pistola con la que te disparas. En tu cabeza de
animal desangrándose, cercenada por ti mismo. En el fuego que alimenta
la duda. En ti convertido en muñeco diabólico, en bebé de Rosemary, en
monstruo postnuclear homicida.
I want to believe. En un alienígena de cabeza borradora, estrellado como
tú cuando pensaste en la revuelta. En su ovni abatido, semienterrado en la
hierba. En los que suspiran aliviados y titulan la película de tu vida The
Interrupted Journey.
I want to believe. En la máscara violeta que es tu rostro. En el árbol
liquidado y coronado de tu cabeza. En que en el rumor del sueño sigas
buscando, ahí, en la noche, bajo un cielo de puntos y fría luz amarilla.
.I want to believe. En tu secuestro alienígena. En ti, invadiendo el bosque.
En tus nuevos almendrados ojos rojos. En la cornamenta arborescente que
brota en la noche y se dispara sin límite y frenética hacia el abismo.
I want to believe. En la ternura que pone fin a la noche, alumbrada por
farolillos, sólo alterada por quien aún cruje en la soledad. No crees
en papeles de colores y esperas el fin de la noche, sentado, como un
extraterrestre muerto y listo para la autopsia, o de pie, con manos inseguras
y cruzadas.
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